Los Palmesanos



Del Libro Casialgo de Marce Lopez Sirer

 

LOS PALMESANOS*Reciente de unos años,  vienen de Palma a Capdepera,  los fines de semana y algunos días de fiesta, unos muchachos a quienes, especialmente las chicas, llaman: "LOS PALMESANOS"...

Son de la estirpe de los Veyeta de esta villa: Miguel Angel y Luis y, por los mismo, familia mía por parte de Padre y, por tener una casa Matriarcal aquí, se venían, los fines de semana con sus amigos y amigas llamándose Marga, Antonia, Lina, David, Dani, Javi, Mateo, Martín, Biel, Andrés, Paco... ocupando su vivienda todo este gran conjunto, esparcidos en habitaciones varias, pasillos, salas y acaso terraza y hasta el mismo tejado, si en verano fuese, para dormir, por que, siendo tantos, no cabía tal "muchedumbre" en el espacio disponible ya que, además, venían los  padres  de  Miguel  y  Luis,  dueños  de  la  casa.En cualquier espacio se apañaban como podían, seguro que no con toda la comodidad que fuera razonable o que hubieran deseado, y que, por supuesto, merecían pero, como se dice: "Quien da lo que tiene, no está obligado a más" y siendo que, la juventud sobrevive hasta en las más precarias condi­ciones, ellos: vitales, fuertes, sanos y animosos, se lo pasan por aquí con el estruendo de sus risas, bromas, juegos, salidas por el pueblo y playas, y su andar tras las chavalas del lugar que, poco a poco, fueron conociendo, y con las que, al parecer, tuvieron sus primeros éxitos y es de suponer, también, como no, sus pequeños fracasos.El caso es que, al parecer, se lo pasaban bastante bien, en general, por estos lares de nuestro solar patrio.

Esto no dejaría de ser más que un anecdótico y simpático relato o una más de las muchas aventuras que, por este Municipio ocurren, pero a mí, me llamó muy especialmente la atención, el que, tan variopinta variedad de caracteres, diversidad de condición, procedencias, gustos y preferencias, estuvieran tan compenetrados, tolerantes entre sí y formando tan compacto grupo  de  tan  heterogéneas  personalida­des.Ello me hizo convencer, aún más, del  criterio de que, la Escuela, normalmente, es una gran creado­ra  de solidaridad, unión y fomenta duraderas amista­des y lazos que se prolongan después de mucho tiempo más  allá de  cuando  ya  han  dejado  la  Escuela.Por  otra  parte, me  llamó  poderosamente la atención, la   pulcritud de sus  sentimientos: lo que podríamos  llamar: inocencia  personal y colectiva, la incontaminación de sus conductas, la limpieza de su hacer, la franqueza de su mutuo trato, la discreción en su relación y hasta la inocencia de su conocer, en el trato y conducta con el mundo siempre difuso, complejo y particularmente complicado de las chicas, que me pareció muy inocente, limpio y desacostum­brado para la edad que todos ellos tienen.. Su falta de picardía y su andar por el mundo a corazón abierto.La verdad es que, sentí por todos ellos, una gran simpatía y, muchas veces, me pareció hallarme entre ellos como un abuelo rodeado de nietos que, siendo ya mayorcitos, habían conservado, de forma natural, unas virtudes y características no muy corrientes y sumamente apreciables en estos tiempos y, aún con mayor  razón, fué  mi sorpresa porque, todos ellos, procedían de la capital y es, frecuente­mente común entre las gentes de pueblo como yo, entender o mal juzgar, que la juventud de capital está más experimentada, más suelta y enterada en estas cosas, por razón de ambiente, que la de la parte foránea.

No debe entenderse que, por todo ello, yo creyese el que uno a uno o todos en conjunto, fuesen perfectos y llevasen una brillante corona de ángeles ciñéndoles la frente o que no hubiese algún que otro defecto por ahí contenido o evidente pero, si los observé, fueron de menor o mínima cuantía o venial pecado sin más alta gravedad.No es mi propósito andar aquí enumerando hechos, aventuras o sucesos que de ellos, por ellos mismos, conocí o de los que, por casualidad me enteré... Son de su incumbencia y, ciertos o inciertos, exagerados o falsos, quedan en el recuerdo de cada cual si es que la magnitud, identidad o impacto de cada uno  tiene  importancia suficiente  para  cada  quién.En todo caso, aventuras sí que hubo, y que aquí vivieron con alegría los unos o con alguna pizca de tristeza los otros, dejando o no dejando huella suficiente en su mente o sentimientos para un recuer­do de largo futuro.

El saquito de vivencias que dejó lleno o medio lleno o, acaso, casi vacío en contenido, de todos ellos, cada cual en personal u otros en conjunto y, su intensidad respectiva; ellos sabrán y, yo podría relatarlos y pormenorizarlos, por conocimiento de muchos de ellos: unos por hallarme presente y, otros por relato directo  y conocimiento  fidedigno,  que nos  conducirían a una sana risa desbordante, a un íntimo gozo, a un instante de diáfana alegría o a una tristeza, una inquietud o hasta una lágrima; que de todo hay en este mar de mundo, y los sucesos que forman la experiencia de los hombres y de la que se sirven luego para evitar la repetición de la caída, la energía que ayuda a levantarse cuando se cae o hacer o poder hacer mejor el hecho o lograr más posible e intenso el sonar de los clarines en las victorias de los propósitos y alegrías, pero no les voy a someter a un análisis, ni siquiera inducido por mi natural e instinti­va inclinación a conocer la razón y causa íntima de los hechos y reacciones de la psicología humana, en su motivación y consecuencia porque, supongo, que estas vivencias, están en el Sagrario de cada uno y se merecen mi coro íntimo en sus alegrías cuando y donde las hubo, mi respeto más profundo en las seriedades de los sentimientos cuando existieron o la mano y el corazón de un amigo sobre el hombro con la palabra más sentida, el silencio más compañero o la pena o el pesar conjuntamente compartidos gene­rosamente, si motivo pudo haber de pena, o lágrima de un amigo.Así y, por tal razón, callo y por discreción en este hoy que escribo y, si callo,..callo, no fuere que, por cantar con los que motivo tuvieron de alegrías hiciese más penoso el pesar de los que, de pesar tuvieron motivo.Pero me resulta imposible dejar pasar esta oportunidad que la ocasión me brinda, sin expresar ni gratitud a todos vosotros, en individual y en conjunto por  la mano que me tendisteis, la amistad con que me honrasteis, la compañía que le disteis a éste anciano que, junto a vosotros, revivió, como en un retorno a la juventud ya ida, en un milagro que, sin mucha conciencia de ello, porque nació de vuestras fuentes naturales, generosas; hicisteis, muchas veces, mis horas más llenas y cortas aunque yo, en silencio, no os lo demostrase.

Por mi parte y, siempre de buena Fe, quise, muchas veces y a mi manera, más que tratar de divertiros con mi personal y propia experiencia, daros alguna semilla que, quizá en algún futuro, próximo o lejano, si se tercia, os mostrase donde podía haber una piedra o una huella en la que pudiera tropezar la, a mi juicio, todavía inexperta andadura de vuestro pie en el camino de vivir...Y, aun otro decir, de entre los muchos que a cuestas llevo, tengo que deciros:De éste pequeño lugar apartado y lejano soy, aquí nací y aquí vivo. Nací con ello o lo aprendí en el pecho de mis Padres; sea lo que fuere, me siento y soy hospitalario por naturaleza y no puedo dejar de daros mi mano porque, entiendo de bien nacido, dar hogar de corazón y amistad de veras a quien de fuera llega y su conducta merece y agradeceros, a la par, la deferencia, que con mi patria chica tuvisteis eligien­do, de entre tantos lugares hermosos de nuestra Isla, éste pequeño pueblo  de  Capdepera mediterránea para visitarnos asiduamente, honrarnos con vuestra asidua presencia y serle  fiel  tan  largo   tiempo.Os deseo siempre feliz regreso; que seáis felices entre nosotros,  que  os  quedéis,  quizá alguno, levantando  un nido de familia con alguna muchacha de este lugar que, de haberlas, las hay muy merecedoras de altos principios y que, vuestros ojos, lleven, por muchos años, la imagen de las bellezas que aquí hallasteis,  para acompañar vuestros mo­mentos y que alguna vez, recordando, se os ilumine una sonrisa en los labios...

Espero también que, de la misma forma que, por lo menos en mi, hallasteis un amigo porque así entendí lo merecisteis, sigáis fieles a vuestra propia conducta y naturaleza que a mi me mostrasteis, donde quiera que fueseis, porque así haréis honor a vuestra educación, a vuestra particular condición, al apellido que os legaron vuestros Padres, la amistad que os une y la siembra que vuestra Escuela, os puso en la mente.
 ¡¡Buen estar, amigos, en el hogar temporal o permanente, según podáis u os plazca, que, para vosotros, quiso ser éste Pueblo, en el corazón, en las arenas, en la transparencia de su mar o en la variedad del panorama, en el pino, valle o montaña y, en éste amigo que aquí se os queda,...
                                                           
 ¡¡¡  Permanente !!!.
                                                                            ***
 
 
Caty i Joan...
i s'afegeixen “Los Palmesanos”