Pajarillos

 
Del libro “Casialgo” de Marce Lopez Sirer

 
Na Caty i en Joan volen compartir en tots voltros  aquests escrits.


 

Amados pajarillos que habitáis la fronda de los árboles. Estáis ahí y no os veo, pero oigo con alegría la algarabía de vuestro canto o las sonoras voces de vuestro parloteo en el alba gloriosa, al oído despierto de mi todavía acostado cuerpo.

El mundo está en el silencio mudo y quieto preámbulo del amanecer; vosotros ya estáis despier­tos y yo también, y no sabéis y yo sí sé de la compa­ñía que le hacéis a mi vida, en estos momentos en que, el mundo, parece insonoro y ausente: nevado de soledad y silencio.

La voz que os oigo, es mi compañera; no os comprendo pero, os escucho con el corazón del oído radiante, en un ansia infinita de compañía y os abrazo en los oídos entre vuestras alas raudas, frági­les y ligeras batiendo, como un aplauso, antes del vuelo matutino a vuestros diarios destinos.

Ladran perros desconocidos en la rosa de los vientos y os imagino en la zozobra del susto llegado en el ladrido de los canes. Uno hay muy cercano, fuerte y agresivo, doliéndole al aire que llega a vuestros oídos y me duele que os asuste, pero tam­bién a mí me es compañero porque le pone su ladrido entre vuestra multitud de gorjeo, a este silencio muerto de mi mañana, un soplo de vida al general silencio que, con fruición, agradezco.

En el amanecer, el silencio es más corpóreo y más intenso: tiene una mayor densidad de silencio, y por los oídos, le llega al corazón una congoja de soledad que vosotros aventáis sin saberlo.

Cantad amigos, en la hora primera de empren­der vuestro vuelo y el hacer de vuestro día. Yo, luego, empezaré a oír el ruido de los hombres y sus máquinas, que menos armoniosos, le darán a mi soledad una compañía hasta la llegada, nuevamente, de los misteriosos silencios de la noche en que ansiaré, ávido, la nueva llegada, en el amanecer, de la compañía de vuestro canto.

Cuando paséis cruzando los aires sin verme, yo estaré pensando en vosotros como amigos de albores, amaneceres y sonoros preludios de vida y compañía.

Y os daré las gracias sin palabras  y, mi pensamiento irá en vuestras alas y el corazón amigo os acompañará en vuestras aventuras como un ave más en vuestros gozos, en vuestros sustos, en vues­tros peligros y retornos.

¡¡¡Buen vuelo y suerte, compañeros!!!