Virtud y tentación

Del Libro “Casialgo” de Marce López Sirer







 

Es muy común el comadreo entre las gentes de un pueblo y creo que, tal costumbre, muchas veces, más que por malicia, se hace por hábito o por entretenimiento: una forma de pasar el tiempo sin razonar mucho.

En todo lugar de ser humano, suceden hechos más o menos llamativos o que se prestan a comentario o se entienden como escándalo.

En cierta ocasión, me hallé presente en un corro de Señoras muy enzarzadas en comentar, con muy desfavorable opinión, el hecho, cierto o incierto, de que, una tal mujer, había sido infiel a su marido y armado un escándalo mayúsculo porque se había acostado con otro hombre, según comentaban y allí se  decía,  asegurando  conocimiento  cierto.

Yo escuchaba, con cierto reparo, tales comentarios porque, muchas veces, se habla por hablar y se exageran los hechos reales pero, aunque yo no apruebe ciertas cosas, siempre trato de comprender las razones, los por qué de los hechos de éste o de cualquier  tipo.

La Señora que llevaba con más fuego la voz cantante, en un momento determinado me preguntó lo que yo opinaba del suceso y yo, que me sentía allí un tanto fuera de lugar y en la polémica de un asunto que, no por aparente­mente escandaloso, le daba más importancia que la que, las humanas cosas, llevan consigo  y como un simple oyente, me sentí, de repente, impulsado a quitarle hierro al tema y poniendo una dosis de duda sobre lo que estaba oyendo y, quizá, porque la acusada no se hallaba presente, tuve la osadía de expresar, primero la duda y segundo, decir que todo hecho tiene su causa y que, nosotros no teníamos información real ni estábamos ni conocíamos las circunstan­cias de la mujer tan enérgicamente vilipendiada y, así dije: "Como nosotros no somos conocedo­res de la absoluta realidad, deberíamos tratar de comprender mejor situándonos en la razón y motivo de tal acto...Vd. misma, Señora, no puede juzgar con acierto porque no puede asegurarme que, puesta Vd. misma en iguales circunstancias y ante una tentación parecida, no hubiese reaccionado de igual forma: ¿Vivió, Vd. misma, alguna vez, una tentación?.

¿No?... ¿SÍ? ¿Qué hubiera hecho Vd. misma en iguales circunstancias?...

No lo sabemos, ni siquiera Vd, lo sabe con certeza  porque:
 " La magnitud de la virtud, se mide con la magnitud de la tentación..." 

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Caty Martinez Caldes y Juan Sancho Calafat