NO ENTIENDO *





Del Libro Casialgo  de Marce López Sirer










No entiendo muy bien este diminuto alboroto súbito entre los normales aconteceres.

No creo que importe mucho ni aquí ni allí pero, siempre, un alboroto, toca la atención de los espíritus curiosos.

Siempre están los ojos atentos a todo, porque están despiertos.

Tenéis el instinto de llamar la atención: un pendiente, una pulsera, un lazo en el pelo, un perfu­me, una cadenita filigrana entre los dedos, un anillo, un color: ...los colores de las flores y las aves, los peces y los insectos... Por doquier hay una llamada o un grito...

Un grito siempre quiere algo. No siempre se sabe que se quiere o qué se quiere realmente.

Al  grito  le  mueve siempre una necesidad, consciente o inconsciente.

Estamos empeñados en permanecer más allá de nuestros límites impuestos por no sé quien, desde no sé donde pero, lo cierto es, que llevamos implícito el permanecer, y para ello, al no poder conseguirlo como individuos, tenemos que proyectarnos a través de la reproducción. Todo el ser vivo, lleva esta señal de identidad: hay que reproducirse y, para ello hay que llamar la atención, así que; el fin esencial de los seres vivos, es el sexo. Todo gira en torno de esa condición normalmente ineludible.

El ser humano, ha transformado, de muy diversas maneras, las vías que conducen a este fin. Se olvida de la finalidad real. La ignora. Hoy sólo está interesado en el placer pero, es que el placer intrínseco en el sexo, está ahí, existe y és, precisa­mente, para provocarnos a la reproducción; para incitarnos a ella. El placer del sexo, tiene por objeto el inducirnos a la reproducción.

Ahora estamos en un aprovechamiento del placer por sí mismo, cortándolo de su consecuencia... Ahora nos aprovechamos del placer para hacerlo finalidad única, separándolo del objetivo que le es propio. Separamos el medio de la finalidad. Así, el placer, es el objetivo en la actualidad y, por ello, los gritos se hacen más frecuentes, más intensos; las llamadas más acuciantes.  El placer, es ahora gratis, sin consecuencia.

Es la era del placer por el placer, no para la reproducción. Se le ha encontrado al placer la dimensión de sí mismo...¡¡¡ Se le ha destilado !!!.

Todo depende de la química. Cada organismo es una pura química. Cada ser tiene su química específica, en el margen de unos límites generales. Todo se mueve según las dosis de los elementos químicos, que reaccionan en cada individuo, con su corte de catalizadores, afinidades etc.

El amor es la púdica llamada del sexo. El amor es el grito a la reproducción y a la subsistencia de la especie. El amor platónico es el goce anunciador, el goce esperanzado, imaginario del goce real previsi­ble, el goce antesala o el eco del placer físico. Es el gozar de la posibilidad de gozar una vez establecida, instintivamente, la concreta selección.

En la proximidad o en el preámbulo de un orgasmo, hay un asimiento, un agarramiento impe­rioso bestial y tremendo de los cuerpos. Un aboca­miento inevitable hacia su consumación, a que se haga, a que suceda ese placer que ha de desembocar en una creación.En  realidad, toda la química se conjuga para que, la reproducción, sea inevitable. En el paroxismo de un orgasmo, se evidencia un prieto y desesperado abrazo de los cuerpos y los sexos, para evitar cualquier posible separación que pudiera impedir que la eyaculación se realizase o se produjese fuera del lugar adecuado por la Naturaleza.

Toda la poesía previa, en el amor, es un preámbulo, es el "peldaño a peldaño" preparatorio que nos ha de llevar al mismo fin. Es la adecuación gradual del organismo, a las dosis químicas necesa­rias para la creación más eficiente, ya que, de esa eficiencia, depende la persistencia de la especie en el mundo.

De donde se deduce que, el fin esencial del ser vivo, no es vivir su vida sino que; es vivir para dar vida, para prolongar la vida generacionalmente.        El tiempo de vivir, es el tiempo de madurar para crear la prolongación de la vida. No vivimos para nosotros. Vivimos como eslabón añadido a cada eslabón en la prolongación de la cadena vital: ésto es, el instinto de permanecer o, acaso, el proceso hacia un designio, por ahora inexplicable, para algo ya definido, aunque se desconozca.

Cuando la célula individual de un tejido vivo, se reproduce para alcanzar la contextura, la superfi­cie y el volumen precisos para obtener un órgano determinado, ignora, por sí misma, hasta cuando y el cuanto se ha de reproducir sucesivamente pero, lo hace, sometido a una ley que nació consigo misma aún ignorándolo y alcanza su objetivo siguiendo los dictados de una interconexión genética global.

Hay una asociación de unidades celulares diversas obrando, a la par, hacia un objetivo común, independientemente de su propia individualidad y, una asociación de objetivos alcanzados., hacia otros más amplios y   hacia otros de mayor entidad y,...no sé por qué...,ni hasta donde,...ni hasta cuando....

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 Compartit per Caty Martinez i Juan Sancho-Jusan