Del Libro “Casialgo” de Marce López Sirer
Perdido en este mundo voluminoso, inquieto, brusco y manso, apresurado.
Diluido en una multitud de personas, de ruedas, luces, monumentos, sardanas y...
Llenos mis ojos de lucecitas palpitantes, cinta abajo de la calle ancha y larga sin fin y sin orillas. Inmerso en este hormiguero poblando el bache luminoso de fachadas altas, adosadas e infinitas siempre día en el día y en la noche día de neón...:
Yo te admiro, Barcelona, en la metálica condición industrial de tus factorías, en el afanoso colmenar de tus muchedumbres, en la grandeza cuadricular de tu área, en la vastedad cosmopolita de puerto, en la increíble filigrana de tu Sagrada Familia, en tu Tibidabo y en tu parque Güell y... en...
...
Pero, ahora mismo, eres para mí, hostil y extraña, inagotable vastedad de infinitas amplitudes y... furia de tramuntana, recia, agresiva e implacable...
Muerdo mi soledad ahogada en un ajetreo robotizado de prisas con destino y motivos que ignoro: sin una cara conocida; perdidos los rostros y las identidades en el denso poblado anónimo de las multitudes amorfas y miro a los cielos sin brújula, con añoranza sin consuelo, el rumbo amado de mi Mallorca...
Súbitamente..., me he quedado fijo, vertical, concreto e inmóvil...: tú me has entrado por la cúspide; desde lo alto, llenando todos mis oídos, tan precisa que, pude tocar tu llamada con mis dedos... y, el mundo que me circunda, se ha borrado todo; sólo prendido de tu grito y lo escuché exacto y nítido clavado en mi vertical de hombre y en la esencia del alma con color y con sonido...: como una flor lírica, como una lluvia de hostias sobre la masa de un pecado.
Me has llegado en una inocente risa de niños, como un tremolar de banderolas de colores : ... como... un sonajero de criatura...
Como una chispa, como una Fé. Como mi última música, mi última creencia, mi última FE...
Tú, ... Mallorca, mecida en los azules mares, peinando la frondosa cabellera de tus pinares en el espejo de tus aguas transparentes; la paz de tus calles, el silencio de tu vientre, la paz de tus andares, la chirimía de tus cantares, la cadencia de tus vocablos, la pureza de tu aire, la dulzura de tu brisa, la mansedumbre de tus campos, la quieta presencia conventual de tus campanarios; el cantar de tus pájaros, la inmóvil modestia de tus pacíficos pueblos mansos entre bucólicos almendros y corderos... Los rostros conocidos, las caras amigas... ¡Cómo te preciso, cómo te añoro, cómo se me endulza el corazón... recordando...!
La prisa me acucia desesperada por volver.
Caty Martinez y Juan Sancho....con afecto