A CATALINA MARTÍNEZ CALDES


Del Libro “Casialgo” de Marce López Sirer



 

Dedico estos retazos de sucedidos,  pensamientos, reflexiones y ocurrencias acudidos a mi mente, anárquicos y sin más orden o concierto que el que, en cada momento, acudió a mi pluma en estos últimos años de mi ya largo existir, y que trato de recopilar en este volumen que por mi propia mano escribo y confecciono en su honor, si es que algún honor puede constituir para Ella, y con el corazón y en exclusiva, por ser el original directo desde mi mano con los errores y faltas que, al nacer, tuvo y en ello lo acredita, al margen de cualquier copia fidedigna que  de  este  volumen se  hiciese.

Y, es a Ella, por razón de haberla querido entrañablemente desde muy jovencita....Haberla  admirado por su entereza, valor y sacrificio que, desde niña, mostró ante una larga separación de sus Padres y hermana en edad tan temprana y cuando, precisamente, yo entendí que más los necesitó. Aunque, en los tíos  con quienes permaneció en aquel tiempo, pudo quizá, hallar un cariño consecuente pero que, no sustituye, por muy de verdad o por muy sincero o mucho que se intentara, reemplazar nunca al que, de los propios Padres, ausentes y  lejanos,  debió  haber  recibido.

Y también lo deseo así por ser Ella quien és; por el entrañable lazo que a ella me une, por su tenacidad, discreción, sencillez, espíritu de sacrificio, limpieza de corazón y, porque de Ella surgió, sencilla, discreta, reservada, callada y siempre sincera, la "IDEA", para mí inesperada, sorprendente y sentida, de compendiar algunas de mis pequeñas filosofías o vivencias que, ni a  mí  ni a nadie, jamás se le hubiese ocurrido.

Y  es, por todo ello y por todo lo que, además, no expreso y porque siendo Ella misma ahora, ya Madre, puede comprender en sí misma, lo que ello significa si le digo; desde la mente y el corazón, precisamente:  " CATI ", siento en Tí a la MADRE real de este volumen -o como quieras llamarlo - en cuanto has hecho posible, desde tu sensibilidad, el que, quizá, algunos ojos generosos, al leerlo o por casuali­dad hallarlo, pudiera complacerse, degustar o acaso, descubrir algo de cuanto quise decir sin gran pericia  pero, no por ello, con menos expresión del propio mirar de mis ojos fuera , en el mundo, y dentro, en la palpitación de las apreciaciones del alma, aunque solo fuese en una sola línea, pues, de otro modo, cuanto escribí y el canto, la reflexión o hasta la dureza de algunos de mis párrafos, habrían permanecido siempre en silencio; ocultos o inéditos y desco­nocidos, en algún legajo de papeles viejos carcomidos por la polilla, echados a la basura o, en el mejor de los casos, utilizados para prender el fuego de una chimenea en algún hogar desconocido.

Gracias, CATI, por la sensibilidad y percepción que tuviste al acrecentar cualquier sentimiento, valor, emoción o utilidad, musicali­dad o semilla que, por vez primera, alguien captó, prestó oído, mostró sensibilidad y pues, nadie puede mostrarla si no le anida en sí misma; con ella me animaste a que hiciese lo que estoy haciendo, como siempre, en tí confian­do y creyendo por creer tú en algunos valores de los que, de mi pluma, en su día, brotaron aunque, posiblemente, ya fuera de moda y tiempo.

Tampoco olvido, tu labor de ENFERME­RA que, entre enfermos y dolientes, pasas gran parte de tus horas dando el bálsamo de tu voz, saber y bondad, en alivio del ajeno sufrimiento y, ello es, para mi, una de las más penosas y meritorias labores que, de un ser humano puede alguien recibir en  las  horas  de  sufrimiento.

¡ Dios te lo tenga en cuenta. !

Y no puedo dejar ausentes, de este cuanto digo, a tu Esposo JUAN, que tanto afán y empeño puso en vestir a esta criatura y cuánto te acompañó en el sentir "de lo que CATI sentía". A  Miguel Angel, Luis, Marga y Natalia por ser quienes son en esta hora de expresar mi acendrado y fraterno cariño como lo haría un Padre o un Abuelo.

Y otro más llevo prendido en el corazón con la verdad de los sinceros sentimientos : Las visitas que me hacéis siempre que os lo permite el batallar por la vida, no se quedan huérfanas de mi conocimiento y valoración más solemne porque sé que de corazón lo hacéis y con el corazón sois, siempre recibidos : sois como un oasis en el desierto y , aunque alguna vez, aquella cara tuya que sabia sonreír y reírse como un cantar de alegrías, ahora se muestre un tanto ceñuda o refunfuñona, no deja de ser para mí un bálsamo y sé que, muchas veces no te faltan razones por la dolencia que , de tanto en tanto, te hiere y la sufres en silencio...

Yo os doy las GRACIAS por la sutileza de vuestro hacer para conmigo y prego a Dios que os dé alivio cuando la herida física o moral os lacere  y tened presente que, de la comunión y amor que entre ambos dos os tengáis y os cuidéis de mantener, irradiará siempre una fuerza humana que es la más próxima que a la de DIOS tenéis en semejanza y que forma un manto protector para vosotros mismos y para quien a vosotros se os acerca y conozca....y, para terminar mi decir, que siento, en mi pecho, interminable...

Yo espero, en cada momento, poder gozar nuevamente de la maravilla de tu risa que de tan amplia y sincera, llena de cascabeles los oídos y nos muestra desde la bella blancura de tus dientes hasta la rosa abierta de tu garganta llenando el mundo, a tu alrededor, de un coro de Noche Buena en un templo y el bullicioso retozar de los niños en el patio de una Escue­la;.... todo al mismo tiempo...

Todo ello será señal de Bienaventuran­za....que es la que yo, quizá sin decir , decir os deseo...

                                            ***

 

Caty i Joan