"‘La calle neutra’ al Centre Cap Vermell
Lorenzo Martínez ha inaugurat avui la seva primera exposició a Capdepera, al Centre Cap Vermell. “La calle neutra” representa una crítica a la mort de la vida al carrer.
Martínez és natural d’Águilas i alumne de Manuel Coronado i viu entre el seu poble natal i les illes Balears. L’exposició es compon d’obres de petit i gran format on hi ha molt de color, fosforescents, matèria i abstracció. Li agrada que el públic interaccioni amb la seva pintura, i les seves obres tenen un esperit del món del graffiti que Martínez practicava quan era més jove.
Lorenzo Martínez neix a Águilas l'estiu de 1985. Opta pel Batxiller d'Art i el Disseny Gràfic. Treballa com a creatiu durant dos anys en l'Estudi de l'Arquitecte Antonio Martínez de la Casa Pulido, col·laborant en projectes de rehabilitació d'edificis històrics. Coneix el Pintor Manuel Coronado, convertint-se en el seu alumne, experimenta la pintura surrealista i el món de la ceràmica i escultura durant dos anys en els estudis d'Águilas i Mallorca.
L’exposició es podrà veure fins el dia 8 d’abril de dilluns a divendres de 10 a 14h i de 16 a 21h.
José Luis González Cobelo, Critic d'art, ha escrit:
Los microcosmos urbanos de Lorenzo Martínez
Primero la luz, en un tiempo de tinieblas. Águilas es un lugar extraño: una tierra secularmente encerrada en si misma, ensimismada. Una ciudad que ha ido retrocediendo en muchos ámbitos culturales durante décadas. Puedo afirmarlo porque he sido testigo de ello.
Y aquí, en medio de un entorno humano desolado por las crisis (económica, de ética política, de esperanza ciudadana), han brotado flores espléndidas destacando brillantes en el páramo.
Una de ellas es el artista Lorenzo Martínez, cuya obra más actual se expone aún en la renovada y mejorada Casa de la Cultura Francisco rabal. (¡Magnífica y luminosa la biblioteca!).
Lorenzo Martínez es un joven enjuto, de rasgos serenos y barba luenga, de calmoso ademán y mirada penetrante. Podría haber salido directamente de uno de esos retratos colectivos de poetas y artistas que tanta fortuna tuvieron en la pintura decimonónica preimpresionista.
Lorenzo Martínez es un pintor maduro, cuya práctica experimentada contrasta con su juventud cronológica. Da la impresión de haber recorrido tempranamente un largo camino, en pos de su expresión propia.
Mucho le debe a ese formidable maestro, aguileño universal, que es Manuel Coronado.
Coronado es una extraordinaria y vitalista figura del arte español contemporáneo, del que hay mucho que aprender, y no solo en el ámbito de la creación plástica, sino también en todo lo referente a las calidades humanas que componen la hombría de bien.
Lorenzo Martínez ha condensado, decantado y asimilado, a fuerza de trabajo continuado y provechoso, las enseñanzas de su maestro, y ha dado con una mirada propia, con un universo creativo único. No es un eco de nadie, sino un creador que tiene mucho personal que decir.
El camino particular de Lorenzo Martínez es, sin duda, la abstracción. Allí, en el ámbito del “arte deshumanizado”, como le gustaba decir a Ortega y Gasset, es donde nuestro pintor se encuentra cómodo, introduciéndose ese gusto por la abstracción incluso en las escasas pinturas figurativas que componen la exposición, en los celajes exquisitos o en las abstracciones volumétricas urbanas a lo Paul Klee que se insertan en sus composiciones.
Lorenzo Martínez es, ante todo, un creador de microcosmos. Su “leit motiv” es la construcción de palimsestos urbanos, que podemos figurarnos como lienzos o paños ciegos de muros urbanos, donde el tiempo ha impreso una colorista acumulación de trazos de “graffiti” a modo de estratos de fragmentos de vida, que se suman a las complejas transformaciones que el tiempo provoca, a fuerza de erosiones, oxidaciones, manchas y humedades, en las paredes que los acogen.
Es como un proceso alquímico que se representa en los lienzos, en el que asistimos a flujos cromáticos complejos, entre los que se insinúan fragmentos de orden de naturaleza geométrica: cubos, triedros, líneas de fuga, arrastrados y diseminados por los coloridos vórtices predominantes.
Siendo la suya una pintura que podríamos aproximar al expresionismo abstracto, no ajena a la exaltación matérica de un Tápies, un Millares o un Saura, hay en ella una intencionalidad que le añade una dimensión profunda y misteriosa.
Es la idea de la maraña, de la complejidad inextricable como expresión de un orden indescifrable que desafía a la razón pero seduce al inconsciente.
Así podemos verlo en esos enmarañamientos de cintas, minuciosamente entrelazadas con un notable efecto de profundidad, que emergen de un magma oscuro periférico hacia el centro del cuadro.
Así podemos verlo en esos ojos que se muestran en medio del caos, devolviendo al espectador que contempla el cuadro una mirada inescrutable.
Así ocurre también en los dibujos a lápiz, que son, según el juicio de quien esto escribe, de lo mejor que se halla expuesto. Lorenzo Martínez es un valor en alza. Puede apreciarse la riqueza del campo expresivo que ha abordado, de inagotables posibilidades. Le deseamos que las explore en un camino fecundo, y que nos siga deparando gratas sorpresas en el futuro.
Més informació a http://www.lorenmartinez.com