LA TARDE SE HUNDE TRAS LA MONTAÑA

 
Del Libro “Casialgo” de Marce Lopez Sirer


 

 

La tarde se hunde tras la montaña. El sol ya se ha puesto para mis ojos bajo el horizonte, pero su luz ilumina por debajo el empedrado de nubes que contemplo, tiñendo el cielo de escarlata; fantasmagó­rico y dantesco. No es un cielo real y cotidiano algo impresionante que la Naturaleza regala a mis ojos esta tarde...

Una mañana lluviosa, gris, silenciosa y pesa­da...

Llueve fino, seguido y despacio... Luego, llueve seguido y rápido como una lluvia acuciada de prisas delgadas... Millones de finos destellos instan­táneos invaden y pueblan el espacio... Un mundo mojado que espera... ‑ el mundo siempre espera - el agua infantil, caída desde lo alto, borbotea diminuta en los  diminutos  charcos...
 

Un perro ladra... Un gato negro acurrucado... Las hojas vegetales manchan sus verdes indecisos con la herrumbre de su caducidad y, ... otras hojas, de verdes insultantes, se regocijan a ras de tierra...

Las calles se lavan y el asfalto se acharola...

Una claridad incipiente se asoma entre velos de nubes delgadas...

Los pajarillos cruzan, en un dardo de vuelo, buscando un hogar entre las ramas espesas de aquel árbol.

Hoy no tienen sed, quizá están nerviosos de lluvia y de hambre...

Una mosca solitaria, superviviente, deambula inquieta por mis cristales... No quiero sacarla al frío y al agua: aquí está confortable... Quizá luego me contagie algún virus que adquirió en alguna parte, pero...

Enormes pedruscos de nubes plomizas se avecinan silenciosos.

El agua gasificada y viajera de su viaje, forma una tapadera gigantesca y disforme cubriendo la olla convexa del mundo que me contiene.

El sol reina impertérrito sobre esta sucia cubierta de nubes que restringe y me encierra en esta innoble cárcel. 

                                                                            ***

 Caty i Joan