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Categoria: Collaboracions
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EL TODO







Del Libro Casialgo de Marce López Sirer




 

 

*

Constituir el todo en la vida de alguien, supongo que debe ser imposible.

Ser mucho para alguien, quizá sí. Ser más que muchos, puede que también.

Distinguirse más que nadie, sentirle distinto. Sentirle la cabeza por sobre las cabezas. Sentirle un fragmento más, cabe.

Pero sentirle tanto y tanto más. Sentir a alguien especialmente... Sentirle exclusivamente, hasta el punto que desvanece a los demás, éso es distinto...

Las estrellas están  todas  ahí, y  el sol,  para nuestros ojos, las desvanece y, las estrellas, estando, no están... Tanta luz de sol, no nos las deja ver porque, nuestros ojos, son del sol.

No negamos las estrellas. No renegamos de ellas y aún, nos gustan las estrellas, pero somos del sol: parece como si el sol nos poseyese y nos gustase pertenecerle...

El sol llega y hay sólo sol... Estamos con las estrellas y poetizamos con ellas, y una sensibilidad de estrellas que tenemos no sé dónde, nos da una suerte de alegría romántica y silenciosa, serena y aquietada.

 

Una  alegría  o  un  sabor  tibio, dulzón y sosegado nos arropa... pero es como si no fuese nuestro mundo: como un paseo, como una andanza por las calles de neón...: de verdad, añoramos el sol... Quizá hasta, en un momento, no pensamos, pero, hasta el brillo de las estrellas, nos recuerda al sol en alguna parte nuestra.

Los  hombre poéticos y los exaltados de sed, están despiertos y sienten, también, las estrellas, pero la humanidad, en general, no las siente porque duerme...

¿Por qué duerme el hombre en general frente a las estrellas?: Porque es del sol...

Llega el sol y... somos suyos y la vida late  fuerte. Sentimos estar enteros y reales. Sentimos, en la sangre de la acción: que estamos en nuestra verdad, y ya no nos importan las estrellas...

¿Qué algo maravilloso?

Claro que siempre hay seres raros que no llegan a discernir entre estrellas y sol: no se definen...

Todo son soles, grandes o pequeños o todo son estrellas grandes o más pequeñas: no hay distinción, no hay impacto: ¿no han visto nunca al sol? ¿Es qué son capaces de verlo? ¿Es qué, la naturaleza, les ha negado la capacidad de distinguir a su sol? ¿Es qué jamás lo han visto? ¿Es qué su sol existe? ¿Pueden, realmente, ver el sol?...

Me pregunto sobre las criaturas de la noche; ¿Qué es el sol para ellas? ¿Pueden verlo? ¿Qué es la luz para los murciélagos y los topos y los búhos?

¿Hay criaturas incapacitadas para el sentimien­to del amor?...

 

Criaturas que viven en un marasmo de amor sin definición. El amor, puede que sea, para ellos, una diversidad imprecisa.  En  su amor no hay la chispa de la  maravilla. No hay ese toque de sol, ese rayo total que parte la noche, te abre y te llena los ojos del infinito del color y la forma y te marca con el DON único.

Su mundo de amor, está hecho de múltiples impactos sin nervio ni concreción... Las suyas son vibraciones, sí, pero instantáneas, cortas: de fuego fatuo, de llama fosforescente y, hasta de luz de estrella y hasta de un chispazo sin resonancia, sin prolongación: como la chispa que quiere ser y luego no és; que se hace y no hace. El sonido que se inicia y no se acaba, el canto de la guitarra que brota de la cuerda en un pequeño rasgo y no se forma la nota. El cohete que se sube al aire con su estela de fueguecito chisporroteante, fanfarrón y deslumbrante y que, luego, no se sube alto, sólo chispitas de colores en una explosión sorda, queda, floja, aplastada en casi nada...y, ...al mirar al cielo:... nada.

¿Qué pasa en el mundo de amor de estos seres?

Quizá... pienso en esos seres que pueblan los lagos de  las cuevas,  siempre en  oscuridades o en penumbras. Jamás la luz viva y plena: siempre en un mundo uniforme de luz pequeña... Su mundo es su mundo pero, para mí, es triste...

 

No estoy criticando, estoy pensando en voso­tros: Cuando sois felices, yo quisiera enseñaros el camino de una felicidad aún mayor. Yo  os quisiera en una vibración de todas las posibilidades, de todas vuestras cuerdas. Que sonaseis con todas vuestras notas, que sintieseis con todas vuestras posibilidades; no con muchas: con todas las vuestras. No con muchas pero, intensamente; con toda la capacidad de vosotros mismos: las evidentes y las que, acaso, no os conocéis... Que bebierais toda vuestra sensibilidad sin desperdiciar una gota.

Posiblemente, no es tan importante muchos sabores a medias, como uno solo hasta lo hondo o hasta la cumbre.

No me oigáis sólo; escuchadme y compren­dedme.

Me preocupáis...

Vivir es hermoso pero, la dispersión, puede degradar... Los sabores de los manjares, pueden ser apetitosos pero, se llega a desnaturalizar el gusto. La degradación es la muerte gradual de la sensibilidad, y la decadencia... Quizá el marasmo o el limbo.

 

                                                                            ***

 

Compartit per Caty  Martínez i Joan "Jusan"